Autoestima y Problemas Emocionales y Psicológicos Parte 2: Clasificación general de los problemas y trastornos y su relación con la autoestima.
Tipos de trastornos por su tipo de origen.
Clasificándolos por la manera en que se originan, hay dos grandes categorías de trastornos psicológicos (mismas que son aplicables a los problemas emocionales):
1. Los Trastornos Psicológicos Puros o de Base Psicológica. Se generan debido a procesos psicológicos anormales o desadaptativos como son los traumas emocionales y vivencias inadecuadas en el desarrollo.
2. Los Trastornos Psicológicos de Base Biológica. Se forman debido a fallas en procesos biológicos, es decir, por fallas en el funcionamiento del cuerpo, principalmente en el sistema nervioso o endocrino, y acaban provocando fenómenos psicológicos anormales o desadaptativos.
Al explicar la dinámica de la autoestima en los diferentes trastornos se hablara primero de los Trastornos Psicológicos Puros pues son aquellos en los que las deficiencias de autoestima pueden funcionar como causa generadora del padecimiento o bien forman parte central de su evolución. Posteriormente hablaremos sobre la manera en que los problemas de autoestima impactan en los Trastornos Psicológicos de Base Biológica debido a que en estos últimos la intervención de los problemas de autoestima es secundaria. Funciona solamente como un factor adicional que puede hacer más fácil o más difícil el curso del padecimiento en cuestión.
Autoestima y la Generación de los Trastornos Psicológicos Puros.
La problemática más importante y más central a través de la que los procesos de autoestima y autoconfianza intervienen en la generación de trastornos psicológicos puros es la ansiedad. La ansiedad es fuente de muchos, verdaderamente muchos, problemas psicológicos a través de muy diversas mecánicas.
Mecanismo básico que vincula a la autoestima y la autoconfianza con los problemas emocionales y los trastornos psicológicos: la dinámica autoestima-ansiedad.
La ansiedad es una reacción emocional normal que se activa de manera natural cuando el cerebro de un individuo percibe una situación amenazante para su bienestar físico o psicológico. Es una respuesta emotiva que cumple una importantísima función de para la supervivencia: generar un estado de displacer que motiva a la persona a buscar resolver o alejarse de la situación amenazante. La ansiedad apareciendo en su intensidad normal y apareciendo en las ocasiones adecuadas no es en ningún sentido un problema psicológico pero cuando aparece en situaciones en que no es útil y adaptativa o bien tiene intensidades desproporcionadas, entonces es base de muchos problemas emocionales y psicológicos.
La autoestima y la autoconfianza son dos de los mecanismos más importantes en el proceso de aparición de la ansiedad y es por ello que cobran la mayor importancia en los padecimientos relacionados con el estrés, la angustia y cualquier otra forma de manifestación ansiosa. Como puede observarse fácilmente al examinar las vivencias de estrés o angustia, ambas vivencias incluyen una dimensión compartida con la vivencia de la ansiedad. Normalmente llamamos estrés a una forma de ansiedad un tanto mas leve que aquellas vivencias en que referimos padecer ansiedad. De la misma manera, solemos llamar angustia a una especie de combinación de ansiedad muy intensa con las vivencias impotencia y/o desesperación que suele verse acompañada por una sensación como de “ahogamiento” relacionado a ciertas “ganas de llorar”. En cualquier situación veremos que las vivencias están íntimamente ligadas a las sensaciones de autoestima y seguridad personal.
La condición básica para que la ansiedad se dispare es hasta donde se ha observado, una evaluación cognitiva en la que la persona concluye que se encuentra frente a una situación potencialmente dañina. El mecanismo central de dicha evaluación es evidentemente la percepción que el individuo tiene de su propia capacidad para soportar la interacción con la circunstancia ambiental que esta evaluando. En otras palabras la situación evaluada siempre es categorizada como peligrosa o inocua en relación a las propias capacidades del individuo que evalúa. Por ejemplo, la mente de un Nº de 5 años ve como amenazante el hecho de tener que oponerse o enfrentarse en una pelea real al enojo de un Nº de 10 años porque su mente evalúa correctamente que sus capacidades físicas no son suficientemente grandes para no verse lastimado en la interacción. Por otro lado para una adulto normal enfrentarse físicamente al Nº de 10 años nunca resultara un evento activador de ansiedad porque la evaluación cognitiva de sus procesos psicológicos concluirán que dicha situación no representa una amenaza al evaluara en relación a sus propias capacidades físicas. Las amenazas solo existen en relación a las capacidades. Si los seres humanos tuviéramos la capacidad de quitarnos de encima el ataque de un león con la fuerza de una de nuestras manos el león no seria mas motivo de ansiedad que lo que es el cachorro de un gato domestico.
Puede verse entonces porque la idea y la percepción que tenemos de nosotros mismos y nuestras capacidades es el regulador principal para la generación de respuesta emocional de miedo y por ende la de ansiedad. Queda claro también que en esencia la vivencia de ansiedad es una de las manifestaciones de la emoción de miedo. Conforme mas seguros de nuestras propias capacidades estamos, conforme más aptos nos sentimos frente a cualquier circunstancia de la vida, menos miedo, menos ansiedad, menos angustia, menos estrés. Por obvia consecuencia, el método más efectivo, adaptativo y útil para reducir el estrés y la ansiedad es el trabajar en aumentar y fortalecer las emociones y sensaciones de autoconfianza, autoeficacia y seguridad personal: la seguridad en uno mismo, que es una de las dimensiones del trabajo de fortalecimiento de la autoestima.
El recién explicado es el mecanismo mas básico de la interacción entre autoestima (en cuanto a su dimensión de seguridad personal) y la ansiedad pero no es el único. Existe un segundo mecanismo igualmente importante e impactante para la regulación y control de la ansiedad: el manejo de la sensación de valía personal, la sensación de estima a uno mismo. Para entender este segundo mecanismo hay que tomar en cuenta que para el cerebro humano existen dos importantísimos entes a los que el “instinto de supervivencia” debe ser aplicado: el primero es el cuerpo físico, el segundo es la construcción psicológica de la identidad personal, el núcleo de nuestra individualidad y nuestra vivencia consciente de la propia existencia: nuestro “yo”. Como podemos ver en el ejemplo del adulto y los niños de 5 y 10 anos, la seguridad personal derivada de nuestra sensación de una alta capacidad para enfrentar los retos y peligros del ambiente es la principal reguladora de la aparición de ansiedad cuando de la salud e integridad de nuestro cuerpo físico se trata. Sin embargo esta capacidad frente al mundo físico no garantiza la supervivencia del segundo ente que protege nuestra mente, nuestra identidad, nuestro “yo” como fenómeno psicológico, no como presencia física.
La existencia y supervivencia del “yo” es un fenómeno psicológico complejísimo que reúne varios procesos cognitivos pero que tiene un fenómeno emocional central: la sensación de valía derivada del reconocimiento social. En forma extremadamente sucinta diremos que conforme mas intensa y sólida es la vivencia de reconocimiento social validado por la conciencia de un individuo al percibirla, mas intensa es su sensación de valía y con ello mas fuerte y solido el fenómeno psicológico que construye su identidad, su “yo”. Así conforme mas valorado y/o reconocido se percibe a si mismo un individuo, mas sólida la sensación de indestructibilidad de su yo como ente inmaterial. Mientras mas devaluado o ausente de reconocimiento se percibe un individuo, mas frágil su sensación de prevalencia o indestructibilidad como ente inmaterial. Por ello es que cuando aumentan las vivencias percibidas como devaluatorias para una persona, la persona vive una sensación como de desintegración o anulación de su yo. Es el símil inmaterial del daño o el peligro de muerte para el cuerpo: la anulación del yo, la muerte, la desaparición de la identidad del individuo. Evidentemente la autoestima es justo la dimensión emocional que se construye del reconocimiento, la sensación de validación y, deseablemente aprecio, para la propia existencia. A menos autoestima, mayor sensación de anulación del yo. A mayor autoestima mayor sensación de plenitud de la propia existencia. Considerando que el “yo” es uno de los fenómenos mas influyentes e importantes en la psique humana y considerando que el proceso emocional que lo alimenta es justo la valoración de uno mismo, la autoestima, resulta muy claro el por que del hecho de que la autoestima sea un fenómeno psicológico y una emoción de la mas trascendente y absoluta importancia para el ser humano. Y por lo mismo que la falta de autoestima o la generación de una autoestima defectuosa o falsa participe como uno de los fenómenos causales o de los reguladores importantes de los problemas emocionales y psicológicos humanos.
Como ya hemos dicho, la ansiedad se dispara frente a las circunstancias que representan una amenaza para la integridad física del cuerpo y la integridad psicológica del “yo”. Es por ello que cuando la autoestima no esta bien construida o es baja, se generan muchos fenómenos de ansiedad en circunstancias de tipo social, donde lo que se pone en juego es justo el grado de reconocimiento y validación social sobre la que funciona nuestro “yo”.
Los altos niveles de ansiedad y las reacciones emocionales negativas que conlleva así como los mecanismos de defensa y las conductas que motiva en las personas se presentan en todos los ámbitos de la vida justo porque siempre hay situaciones potencialmente amenazantes para el bienestar físico y el psicológico. Esta es en última instancia la razón de que el autoestima y la confianza en uno mismo sean tan importantes para la salud y la plenitud de la vida de las personas. También es la razón del por que resultan un procesos clave en la solución de los problemas y trastornos psicológicos y emocionales.
Autoestima y su Impacto en los Trastornos Psicológicos de Base Biológica.
En términos simples la autoestima es un factor que evita o aumenta las problemáticas que ya de por sí se generan al padecer un trastorno psicológico. Empecemos por dejar claro el hecho de que sufrir un padecimiento psicológico suele generar situaciones problemáticas en diferentes áreas de la vida de la persona. Llamaremos a tales situaciones “problemas secundarios” del padecimiento. Estos van desde conflictos en el trabajo porque la capacidad para el desempeño puede ser disminuida por el padecimiento (fallas en la concentración o la energía para mantener un elevado ritmo de trabajo, por ejemplo), hasta problemas con el círculo social, familiar o la pareja por la aparición de un ánimo deprimido o una elevada irritabilidad e hipersensibilidad emocional que puede surgir como parte o consecuencia del padecimiento psicológico.
Estas problemáticas secundarias al trastorno psicológico principal se agravan enormemente si el individuo no puede hacerse inmune a ellas a través de una buena autoconfianza o una buena autoestima. En esos casos, encima del trastorno psicológico original generado por la biología de la persona se suelen generar otros trastornos psicológicos puros que complican aún más su desempeño en la vida y su recuperación. Generalmente le hacen caer en un círculo vicioso en el que las problemáticas secundarias generan nuevos padecimientos psicológicos (puros) y éstos generan más problemáticas secundarias que los refuerzan.
Piensa en una persona que teniendo un problema de falta de concentración en el trabajo debido a estados de ansiedad muy altos generados por un problema hormonal, empieza a presentar muchas fallas en su trabajo. Esas fallas pueden hacerle sentir una persona incapaz, poco valiosa en la empresa y frente a sus compañeros, lo que hará que su ánimo decaiga más. Su ánimo decaído le podría luego traer problemas en casa. Y luego las sensaciones de fracaso y de tantas problemáticas acumuladas le harían tener niveles más intensos de ansiedad que provocarían que tuviera más fallas de concentración en su labor diaria repitiendo todo el ciclo nuevamente.
Por el contrario, si el individuo tiene una buena autoestima y un buen nivel de seguridad personal, tendrá sensaciones más positivas y útiles al enfrentar los problemas secundarios a su padecimiento. Con ello, volviendo al ejemplo anterior, la capacidad de la persona para tolerar y manejar adecuadamente sus propias fallas o para mantenerse más positivo en la relación con sus compañeros de trabajo o con su familia será mucho mayor y aminorará la complejidad de su problemática facilitando su futura solución. Adicionalmente, esta situación dejará menos daños colaterales y menos secuelas negativas en su vida tras haber superado el padecimiento.
Casos en que el Individuo Sufre el Mismo Trastorno con Base Pura y con Base Biológica.
En muchas ocasiones los Trastornos Puros y los de Base Biológica se presentan juntos. Por ejemplo, podemos pensar en una persona que sufra depresión o ansiedad por causas biológicas y además haya adquirido un sistema de emociones y de creencias a lo largo de su vida que le generan depresión o ansiedad de tipo psicológico (psicogénico). En estos casos es clarísimo que el trabajo de autoestima juega un papel principal en la mejora de los procesos de ambas raíces del padecimiento. A la misma vez, omitir su tratamiento provoca que el individuo tienda a quedarse entrampado en los círculos viciosos de los problemas secundarios además de sufrir de manera muy intensa el trastorno por el constante deterioro que dichos círculos viciosos provocan en la raíz psicológica del aspecto puro del padecimiento.
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