Artículo 5: Procesos, habilidades y estrategias de comunicación en el matrimonio
Los estilos, estrategias y procesos psicológicos relativos a la comunicación dentro del matrimonio resultan el área más central en muchos estudios y modelos de la interacción del matrimonio. Al parecer de toda la lista de conflictos matrimoniales posibles, conflictos regulados o agravados por varios de los procesos descritos en esta recopilación, encuentran un eje común en el proceso de la comunicación. Las mismas parejas mencionan que del estudio que mencionamos antes y que enumera los conflictos que los matrimonios perciben (Boisvert y colaboradores, 1995), además de la enorme lista de conflictos, muestra en sus resultados finales que los problemas de comunicación son percibidos por las parejas como los más frecuentes y dañinos e importantes para la relación.
A continuación mencionaremos algunos de estos y las ideas más importantes que manifiestan. Comencemos anotando que la centralidad de los procesos de comunicación en las relaciones se observa por la estrecha relación que se ha encontrado con otros elementos de gran importancia en las relaciones humanas tales como la agresividad, el manejo del poder y la intimidad, por citar algunos ejemplos.
Como muestra de lo dicho, Seiffge-Krenke, recién en 1999, confirma y valida en nuestros días mucho de la correlación que históricamente se ha manejado entre la comunicación y algunos de los factores importantes en las relaciones matrimoniales y familiares. Observa en su investigación una consistente relación entre la comunicación marital y la cercanía familiar. También relaciona positiva y consistentemente esta comunicación con la oportunidad de crecimiento personal que un espacio de interacción familiar o de pareja ofrece a sus miembros (Seiffge-Krenke, 1999). Bell, Daly y Gonzalez (1987) confirman, por otro lado, como la comunicación y los diferentes estilos y patronas que en ella se establecen están relacionados con la satisfacción de la vida matrimonial a tal grado que son matemáticamente responsables de la mitad de la variabilidad de los resultados de satisfacción marital para las mujeres encuestadas. En síntesis, existe un gran consenso, y una gran congruencia entre los investigadores de diferentes fenómenos matrimoniales y el público general de que la comunicación es clave para la satisfacción marital y esta es a su vez la clave de la estabilidad matrimonial (Fowers, 1998). Todo esto evidencia los procesos de comunicacionales muy al centro de la dinámica de la pareja.
Y así como podemos encontrar evidencia de la relación entre la comunicación y los procesos de pareja en el común de las relaciones maritales de una población, podemos encontrar evidencia de la misma correlación para casos más específicos de problemáticas maritales, lo que podemos tomar como indicador de la universalidad de la conexión entre los procesos comunicacionales y los procesos generales de la vida en pareja. Ejemplos de este hecho serían las investigaciones de Murphy y O´Farrel (1997) que muestran la relación existente entre los patrones de comunicación no eficientes y la agresión marital que ejercen hombres alcohólicos y exalcohólicos hacia sus parejas. Jennison y Johnson (2001) también encontraron recientemente estudiando casos de parejas con un miembro hijo de alcohólico, que una comunicación satisfactoria se relacionaba con varios aspectos de la vida en pareja. En principio, relacionan la comunicación con niveles más altos de intimidad ente los miembros de la diada, y adicionalmente observan que estas parejas tienen una mayor percepción de justicia en la división del trabajo doméstico, una mejor distribución de las responsabilidades relativas al hogar y en general menor conflicto sobre los temas críticos del trabajo y manejo de la casa.
Y tomando el hecho específico de la transformación que socialmente ha sufrido el evento del matrimonio y las tensiones que ya hemos mencionado que de esta transformación se ha derivado, En poblaciones no especiales también recientemente se ha seguido observando la manera en que la comunicación interviene en la dinámica de la pareja. Pollock, Die y Marriot (1990) muestran la fuerte interdependencia de la comunicación y el ajuste, la adaptación, que la pareja debe vivir especialmente ante la propuesta de los matrimonios “igualitarios”. Muestran así la manera en que la comunicación es clave para que efectivamente la relación matrimonial haga espacio para la igualdad de género. La comunicación parece ser parte clave de esta adaptación a las transformaciones sociales.
En síntesis y con el afán de no repetir la información que ya está escrita en los textos de muchos de los autores mencionados, diremos solamente que la comunicación es uno de los aspectos más íntimamente relacionados con los procesos que tienen lugar en la relación matrimonial. Pero cuál es la función de la comunicación y de dónde deriva su importancia para interacción marital. Una luz a estas preguntas se puede encontrar en dos aspectos últimamente estudiados de las relaciones interpersonales y específicamente de las matrimoniales. El primero se relaciona con la multidimensionalidad del fenómeno y las contradicciones y dinámicas en oposición que presenta el mismo. Este aspecto ha sido abordado por la perspectiva dialéctica, como la llaman sus promotores, dentro de la dinámica de las relaciones (Pawlowski, 1998). El segundo se relaciona con el manejo del poder y la manera en que las interacciones entre individuos se ven permeadas por este elemento. Richmond, McCroskey y Roach (1997) presentan un estudio de los procesos, técnicas y estrategias de comunicación en relación con el manejo del poder, la toma de decisiones y la satisfacción marital.
La dialéctica de la contradicción en la comunicación de la pareja.
Resulta claro que las diferencias individuales derivadas del contexto familiar y social, del momento histórico y de las personalidades de cada cónyuge o miembro de una pareja dan cuenta de mucha de la conflictiva que un individuo puede tener con el otro. Sin embargo no es tan clara la manera en que las construcciones sociales que arman la experiencia matrimonial pueden desglosarse de manera dialéctica y evidenciarse como fuerzas contradictorias que llevan a sus participantes a desear actuar y esperar de su compañero yo compañera acciones, sentimientos y pensamientos también opuestos. Dentro de toda relación los integrantes tienen deseos encontrados(Baxter 1988), por ejemplo, el deseo de ser necesario para la pareja y a la vez el deseo de que la pareja sea suficientemente independiente y “segura de sí”. Es evidente que en muchas situaciones
Según Baxter (1993, 1994) estas tensiones se pueden resumir en tres principales dimensiones para el caso de las relaciones románticas. La tensión de integración-separación que se refiere a los conflictos que enfrenta la pareja en su doble búsqueda de compenetración e interdependencia con el otro y de independencia del otro. La tensión de estabilidad-cambio se relaciona con aquellos temas sobre la continuidad y discontinuidad de las relaciones. La tercera y última dimensión de las tensiones es la de expresión-privacidad que se refiere a lo que se expresa y lo que no se expresa o comunica. Las tres dimensiones adoptan dos modos diferentes al orientarles en cuanto a los temas internos de la pareja, los relativos a la interacción de los cónyuges, y los temas de la interacción entre la pareja y el exterior. Así las tres dimensiones se abren formando seis tensiones, tres internas y tres externas.
Las tres contradicciones internas son autonomía-conexión, predictibilidad-novedad y apertura-cerrazón. La primera provoca conflictivas debido a la diferencia en las necesidades que cada miembro de la pareja tiene de ser más independiente o dependiente del otro, de estar más en conexión o ser más autónomo, de hacer las cosas más separados o juntos. La segunda, habla de los conflictos por las necesidades individuales de certeza y rutina en contraposición de la necesidad de espontaneidad y novedad de la pareja y viceversa. La tercera engloba la conflictiva sobre el balance cómodo que cada miembro requiere en cuanto a abrir sus sentimientos e ideas con el otro y mantener cierto espacio de privacidad.
Las tres tensiones hacia el ámbito externo de la pareja son inclusión-exclusión, convencionalidad-originalidad y revelación-discreción. La primera tiene que ver con el deseo y necesidad de cada miembro de acercarse al resto del grupo social (familia, amigos, etc.) o alejarse de este y permanecer en la privacidad de la pareja. El segundo versa sobre la necesidad o deseo de ajustarse a las normas sociales, lo que permite la pertenencia y crea identidad, y la necesidad y deseo de ser diferentes y únicos como pareja. La tercera y última gira en torno a las decisiones de lo que debe o no revelarse a los demás o quedarse como información privada de la pareja, evento que regula mucho de la aceptación o justificación de los actos de la pareja ante los demás o les mantiene seguros por la discrepancia de opiniones con el resto de la sociedad.
Además las obvias diferencias personales que los individuos pueden tener con sus parejas al respecto de cada una de las tensiones mencionadas, Pawlowski (1998) encuentra que diferencias de género en cuanto a qué tensiones se consideran más importantes. Las tensiones de inclusión-exclusión y la de revelación-discresión resultan más importantes para las mujeres que para los hombres. Por tanto, este puede ser un desacuerdo más en este conjunto de tensiones.
Lo importante de estudio de la conflictiva matrimonial deriva de la afirmación de Cupach (1992) de que la negociación que pueda hacerse para desahogar estas tensiones es crucial para el tipo de conducta y la interpretación de la misma dentro de la relación. Y como lo hemos señalado ya, muchos de los procesos que diferencian los matrimonios estresados de los no estresados y muchas de las diferencias entre un pronóstico positivo o negativo en cuento a ruptura y divorcio tiene relación con la manera en que la pareja interpreta la manera de proceder de su cónyuge. Y es aquí en donde podemos ver el grado de incidencia de los procesos comunicacionales en el desarrollo de la dinámica de la pareja. La comunicación parece funcionar como uno de los reguladores en la resolución o acomodo que deben realizar los individuos para definir una solución a las constantes contradicciones mencionadas. Y los procesos se hacen más claramente importantes al considerar que los diferentes cambios de la relación y de los individuos al pasar el tiempo y las etapas de su interacción renuevan la necesidad de negociar soluciones para cada contradicción (Pawlowski, 1998).