Artículo 4: Los procesos de adaptación en el matrimonio
El matrimonio entonces está caracterizado por una serie de problemáticas motivadas por las necesidades individuales naturales y socioconstruidas de los miembros que les exigen para su resolución acciones específicas. Las acciones están orientadas a una adaptación que les permita resolver su circunstancia. Dicha adaptación debe suceder en dos niveles de acuerdo con la naturaleza de los problemas que hemos mencionado. En un primer nivel la adaptación del individuo a su circunstancia en el matrimonio, que incluye la adaptación a su cónyuge. Y en un segundo, la adaptación de la relación en sí a la circunstancia ambiental. Ésta se encuentra determinada por los patrones que los individuos despliegan en interacción con el otro hacia el contexto del mundo en que habita la pareja. Parece lógico pensar que estos dos niveles de adaptación determinan mucho de la calidad de la vivencia del matrimonio y de la satisfacción de la experiencia. Abordaremos primero el segundo nivel, el de la adaptación de la pareja frente a su contexto, haciendo sólo un breve comentario porque ya hemos expuesto este tema en el capítulo de los problemas del matrimonio. Después hablaremos de los elementos requeridos en la adaptación entre los individuos.
Ya hemos mencionado anteriormente la manera en que los factores instrumentales como la educación, los recursos económicos, etc. resultan muy importantes para una pareja. También conectamos ese tema con la importancia que tiene el apoyo familiar y social que se encuentre disponible para los esposos. Este aspecto de las redes de apoyo y los recursos instrumentales con que cuente la pareja representa el elemento clave para la adaptación de la misma a las circunstancias y exigencias de su contexto. Es claro que mientras más recursos tenga un matrimonio en términos instrumentales y de apoyo social, más fácil le será sortear las exigencias de su medio.
En cuanto al nivel de la adaptación de los individuos a la interacción en su convivencia personal, existen algunos elementos que han sido identificados como parte de lo que permite ir resolviendo la conflictiva interna de la relación con el otro y por ende se facilita y vuelve más eficiente la acción de la pareja hacia los conflictos con su medio. Hablaremos aquí de las características que parecen más útiles y eficientes de los patrones de interacción de las parejas. No debemos olvidar, sin embargo, que la interacción que estaremos comentando sucede en un espacio social con expectativas, exigencias, presiones y transformaciones que permean la mentalidad, la motivación y la manera de actuar de los individuos. Nos centraremos en la exposición hecha por unos pocos autores que han estudiado el fenómeno recientemente y con la perspectiva que nos ocupa.
De los pocos estudios que encontramos sobre los temas importantes de adaptación entre los miembros de una pareja que no fueran relativos a los temas de comunicación, hay unos cuantos elementos que parecen propiciar una interacción efectiva de la diada marital. Todos marcan una línea de actitudes que abren la posibilidad de la experiencia de amistad, alianza y compañía.
Appleton y Bohm (2001) concluyen de acuerdo con las narraciones de sus entrevistados que la alegría del matrimonio y la sensación de aprecio y aceptación entre los cónyuges puede ser creada a través de las actitudes que favorecen la amistad, un estilo matrimonial de compañía y una convivencia de alianza. La orientación que toma esta amistad está además dada por aquellas actividades y actitudes que le permitan a los cónyuges continuar conectándose el uno con el otro. Robinson y Balnton (1993) coinciden con estas afirmaciones. Argumentan estos autores que la amistad es un elemento esencial para un matrimonio duradero.
Sin embargo la idea de amistad que mantiene unidas a las parejas es una amistad con un sentido especial. Se trata de algo más que la amistad común. Es un trabajo de equipo con la característica del compromiso como elemento central. Celments y Swensen (2000) encuentran en su investigación que el compromiso hacia el cónyuge es el más importante indicador de calidad marital y que está inversamente relacionado con la cantidad de conflicto marital reportado por las parejas. También encuentran una relación directa con las expresiones de afecto de los matrimonios y la adaptación de la diada. Afirma que hay indicios de que el compromiso sea el mejor indicador de la durabilidad de una relación matrimonial.
Appleton y Bohm (2001) citan a uno de sus entrevistados que define al trabajo que se hace dentro de la relación como uno que no termina y que representa un esfuerzo de todos los días, trabajo que sólo se efectúa con el nivel de compromiso necesario. Este trabajo es un esfuerzo personal por dar mantenimiento a la relación procurando mantener las actitudes y el ambiente de la relación de manera que se logre la cercanía y amistad mencionada. Sus entrevistados hablan de la elección de mantenerse juntos y de transformar el conflicto que enfrentan. Comentan de una habilidad o estrategia para sobrepasar las diferencias y transformarlas en ventajas útiles para avanzar ante los conflictos y las exigencias que tiene la relación. En este sentido manejan la idea de que dejan de intentar cambiar a su cónyuge y aprovechan los recursos que ofrecen sus diferencias. Los autores identifican una capacidad para re-encuadrar las acciones del cónyuge y el conflicto de manera más positiva y útil. Subrayan el compromiso para respetar acuerdos o seguir intentando mejorar los acuerdos que toman como una clave que indica respeto y lealtad a la pareja. El manejo de los conflictos y la comunicación es subrayada y enmarcada como el instrumento que resuelve la situaciones conflictivas cuando hay compromiso. Y finalmente observan el elemento de una compañía con la cual compartir y disfrutar, con quien se goce de la sexualidad, el humor. La diversión y las actividades del matrimonio.
La interpretación que cada individuo hace de la conducta del otro transforma la percepción y repercusión de los eventos que comparten y es otro de los elementos importantes en la exitosa adaptación de la pareja. Como lo hemos comentado ya, la interpretación que los individuos hagan de las situaciones de su relación y de las conductas de su cónyuge depende grandemente de las experiencias personales de cada uno y del matiz social que imponga la transformación de las ideas y expectativas.
Mordechai (1998) señala la relación entre la adaptación y buen manejo de conflicto de las parejas con la interpretación positiva de los actos del otro. Ante un misma acción negativa se comprueba que algunas parejas interpretarán una agresión o deslealtad mientras que otras, más positivas, interpretarán cansancio o un error ocasional por parte de la pareja. De la misma manera, ante una acción positiva, las parejas más negativas interpretarán un acto raro o por conveniencia o no sincero y las más positivas un acto natural, común y congruente con la forma de actuar de su pareja dentro de la relación. Este tipo de comportamiento es explicado por el autor debido a la generación de ciertos procesos en la interacción de la pareja que combinan actitudes y habilidades de comunicación que se comentan más adelante. En resumen se trata de la combinación de circunstancias y habilidades de los esposos que promueven la sensación de apoyo, escucha abierta e importancia e interés por la relación o la crítica, la cerrazón y el desinterés en la relación. Estos factores favorecen o impiden el desencadenamiento de emociones negativas que luego van permeando la interacción de la pareja, cada vez con más facilidad haciéndose hábito y conformándose un estilo particular de interacción.
Gottman (1999) hace un buen resumen de mucho de lo comentado hasta ahora al señalando que un matrimonio duradero es aquel que mantiene una interacción de respeto mutuo y disfrute de la compañía del otro lo que provoca un sentido de amistad que permite que pensamientos positivos al respecto del cónyuge ganen espacio a los negativos. Y podemos decir que la estabilidad marital se ve determinada tanto por la fórmula resultante de la adaptación de las personalidades de los cónyuges como por las exigencias de su medio, los recursos que le ofrece y las transformaciones y cambios que genera en las ideas y expectativas sobre los temas que afectan a la pareja.
Finalmente nos referiremos al estudio de Olson y DeFrain (1994) que señala que la cohesión y la flexibilidad son dos características importantes que se encuentran en las parejas “fuertes” y que aglutinan muchos de los elementos que hemos mencionado para la adaptación en la interacción. De acuerdo con los autores, quienes coinciden con muchos otros mencionados a continuación, todas estas características se ven articuladas en las relaciones exitosas por procesos de comunicación. Los mecanismos de adaptación entre los individuos se articulan y funcionan a través de los procesos de comunicación que se ven permeados de los valores y de los conflictos externos de la pareja. Los estudios de los procesos de comunicación muestran algunas de las articulaciones que suceden entre los cónyuges y que conectan los temas hasta ahora expuestos. Las personalidades, el mundo social y sus demandas y significados, las necesidades y motivaciones se tejen a través de la interacción que gira sobre el eje de la comunicación.